El pájaro Toh ó mot mot recibe este nombre del maya, es un pájaro de la familia Momotidae, cuyo nombre científico es Momoto cejiazul (Turquoise-browed motmot/ Eumomota superciliosa).
Esta ave, se distribuye desde la Península de Yucatán hasta Costa Rica, anidando en cuevas, cavernas, pozos, cenotes y sitios arqueológicos, alimentándose de artrópodos, frutos e incluso pequeños vertebrados.
Al igual que la otra especie de pájaro toh, el momotus momota (nativo de America del Sur) suele posarse en árboles y cables con un balanceo rítmico de su cola en forma de péndulo de un lado a otro, y de ahí el que ambas especies sean conocidas como “pájaro reloj”.
Esta ave de singular belleza y policromo plumaje tornasolado, con una mancha triangular en el pecho rodeada de turquesa, y de igual color sobre los ojos, posee su cabeza de plumas verdes y vientre canela, y se localiza en las selvas medianas del estado de Quintana Roo. Y se la encuentra asociada a los cenotes, pozos y depresiones en la topografía del suelo de los diferentes ecosistemas, cuevas y sitios oscuros. Puede elaborar sus nidos en los suelos de sascab presentadas como depresiones naturales al interior de la vegetación.
Lo más característico de ella es su canto quejoso y su singular cola. Su vocalización característica “muut, mut” es inconfundible entre los cantos de las aves de las selvas.
La cola tiene un plumaje brillante que reluce con los rayos del sol. Esa cola se mueve como un péndulo y no es parecida a la de las demás aves de la región.
Se alimenta principalmente de insectos que captura al vuelo. Al vivir cerca de cenotes o lugares donde hay agua, y por lo tanto mosquitos, estos componen su dieta básica ya que los que atrae con el movimiento pendular de su cola.
Los mayas antiguos, fascinados al ver su colorido y brillante plumaje e intrigados por su peculiar cola, creyendo que alguna vez fue larga y hermosa similar a la del quetzal (Pharomachrus mocinno), crearon una leyenda sobre cómo ésta acabó en su estado actual.
Según dicen que los aventureros que se adentran en las selvas de esas regiones son guiados por el pájaro Toh para encontrar cenotes.
Cuenta la leyenda del pájaro Toh que hace muchísimos años, esta ave formaba parte de la realeza natural. En aquel entonces tenía una larguísima cola de colores espectaculares. Era tan bella, que por eso mismo se le consideraba un ave superior. Todos los animales admiraban su bello plumaje y la trataban con especial deferencia.
Tan bella y admirada era esta ave que se volvió sumamente presuntuosa y banal. Decía que no podía trabajar, porque temía que su bella cola se estropeara. Así que los demás pájaros tenían que conseguirle comida y agua.
También elaborar sus nidos y preparar el sitio donde iba a dormir. El pájaro Toh no hacía prácticamente nada. Se levantaba tarde y luego se iba al jardín real, donde estaban las aves más bellas de toda la selva. Allí todas se ponían a conversar banalidades y a reír de tonterías. Así pasaban todos los días de sus vidas.
Por lo demás, el pájaro Toh era un ave extremadamente caprichosa. No se conformaba con cualquier alimento, sino que siempre quería lo mejor.
Aunque los demás pájaros se esforzaban por complacerla, nunca parecía estar a gusto con nada.
Una noche cualquiera, el búho, que era el más sabio de todos, dijo que se avecinaba una aterradora tormenta. De buena fuente sabía que tormentas así solo había cada 50 años. Era algo inimaginable. Truenos, rayos y centellas caerían sobre toda la selva. Era necesario que construyeran un refugio para sobrevivir.
Inmediatamente todos los pájaros se pusieron a trabajar. El pájaro carpintero, los guacamayos, los pericos y el tucán empezaron a cortar ramas para hacer un refugio. Los pájaros más grandes, como el pavo de monte y otros, llevaron las ramas más pesadas. Los pájaros pequeños, como los cuervos y las codornices juntaron pastos y pequeñas plantas para colaborar en la construcción.
Dice la leyenda del pájaro Toh que las nubes se veían cada vez más negras. Sin embargo, el pájaro Toh seguía como si nada estuviera ocurriendo. Solo estaba esperando a que los otros terminaran de construir el refugio para resguardarse en él. Sin embargo, los demás no daban abasto. Así que esta vez sí le recriminaron esa actitud. Molestos le pidieron que también ayudara.
El pájaro Toh se molestó por la exigencia de sus compañeros. Sin embargo, temiendo que lo dejaran sin lugar en el refugio, se unió a los constructores. Pasaron apenas unos cuantos minutos y se fatigó. Tenía mucha pereza de trabajar como un obrero. Esto no estaba hecho para él. Así que aprovechó un descuido de los demás y se escondió en una cueva.Una vez estuvo dentro de la cueva, se recostó y se quedó dormido. Ni siquiera notó en qué momento comenzó la tormenta.
Cayeron rayos y centellas, pero eso no lo despertó. Los pocos minutos en los que había trabajado lo dejaron exhausto. Lo malo es que la cueva era muy pequeña y toda su hermosa cola quedó colgando por fuera del lugar, pero eso no le importó. La tormenta duró todo un día y una noche, pero al día siguiente apareció el sol. Los demás pájaros salieron de su refugio y el pájaro Toh de su cueva pensando que todo seguiría igual.
Tan pronto vio que la lluvia había cesado, se fue de nuevo al jardín real para seguir su rutina diaria. Sin embargo, cuando llegó todos comenzaron a reírse de él. Poco quedaba de aquella cola majestuosa, que la tormenta había destrozado por completo. Avergonzado, el pájaro Toh volvió a la cueva y no volvió a salir de allí.
El castigo para su soberbia y su egoísmo fue tener que vivir solo, en un sitio apartado y trabajar por siempre para guiar a los exploradores.
Es por esto que en la mitología de los mayas, es conocido como el pájaro azul que sería un marginado, un proscrito, para enseñarles a los jóvenes la importancia de mantener la humildad y ser solidarios con quienes nos rodean.