Parece un problema pequeño comparado con las grandes cantidades de desechos plásticos o alimentos desperdiciados que son desechados diariamente en nuestras calles y océanos, pero la realidad es que es un impulsor de la contaminación más grande de lo que creemos.
Las colillas de cigarro son el tipo de basura que encuentras en cualquier parte del mundo. Puedes ir a la playa, caminar por la calle o estar en un parque que siempre verás más de alguna colilla tirada en el suelo. Pero ¿alguna vez las recogemos? La mayoría de la gente diría que no. Podemos pensar así: como el resto del cigarro eventualmente se desintegrará y se mezclará con el ambiente, o simplemente no pensamos en ello y seguimos con nuestra vida, elegimos ignorar.
La verdad es que la colilla no es para nada similar a lo que está compuesto el resto del cigarro. Estos filtros están hechos por más de 15,000 fibras de acetato de celulosa. ¿Entonces es natural? No, es un polímero sintético, por lo que al desintegrarse en el mar se convierten en microplásticos.
La función de estas colillas es filtrar parte de los elementos nocivos para la salud del tabaco, por lo que es un residuo peligroso de consumir tanto para la salud como para el medio ambiente. Ahora imagina la cantidad de estos pequeños contaminantes que se encuentran dispersos por el mundo.
Según Tobacco Atlas, la gente consume aproximadamente 6 millones de cigarros al año, de los cuales 4.5 billones de colillas terminan tiradas en las calles, hasta llegar finalmente a los océanos. Son considerados como el residuo más desechado en todo el mundo con aproximadamente 766.6 millones de kilogramos de basura tóxica anual.
UN DAÑO GRAVE PARA EL AMBIENTE Y LA SALUD
Cuando son desechados incorrectamente, estos filtros quedan expuestos a luz solar y humedad, provocando que su descomposición los termine convirtiendo en microplásticos, metales pesados y otras sustancias químicas que son dañinas para los ecosistemas.
Como todos los microplásticos terminan impregnados en todas partes, especialmente en el mar, por lo que son ingeridos por millones de peces, aves y mamíferos, incluidos nosotros.
A largo plazo, las sustancias tóxicas de estos polímeros pueden afectar la mortandad de la vida marina, así como causar daños en la salud de los humanos, como problemas de respiración, cambios en la genética o incluso daños cerebrales.
¿Y qué pasa con las colillas que no se degradan? De igual forma terminan acumulándose en todas partes, despidiendo partículas tóxicas en el aire o el agua, si no es que son ingeridas por los animales, de los cuales muchos pueden llegar a morir ahogados o intoxicados.
Según un estudio de Science Direct, se ha demostrado que una sola colilla puede contaminar hasta 1,000 litros de agua. Y ahora, volviendo a la realidad, en el mundo se desechan 143,000 colillas por segundo, liberando grandes cantidades de estos compuestos por todos los cuerpos de agua.
El mismo estudio indica que cada colilla puede desprender hasta 100 microfibras por día, las cuales con el tiempo se van fragmentando en microfibras cada vez más pequeñas y más imposibles de extraer.
Otro factor que podría clasificar a las colillas de cigarros como desechos peligrosos es la nicotina, la cual queda impregnada en estos filtros luego de ser usados. Esta sustancia, que también es utilizada como plaguicida, va incluida dentro de las diminutas partículas que ingieren animales y humanos.
¿CÓMO PODEMOS AYUDAR?
Para que este problema sea tomado en serio por nuestros líderes, debemos empezar por cambiar actitudes entre nosotros. Si eres consumidor, no tires las colillas en la calle, tampoco las dejes ir por el inodoro o alcantarillas, pues ya sabes que estas no se desintegrarán. Deposítalas en sus respectivos ceniceros.
Así como el plástico, se necesitan campañas de concienciación a nivel mundial sobre las colillas de cigarros y su impacto en nuestro entorno, se necesita informar a los ciudadanos y consumidores sobre la gestión correcta de estos residuos, así como desarrollar iniciativas que busquen sustituir estos filtros por opciones más sostenibles o incluso eliminarlos.
Fuentes: Escrito por Mónica Gálvez – Foto JLFCapture/Gettyimages
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