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Mosca Chiclera

La selva de Quintana Roo es mágica y hermosa, sin embargo su densa vegetación y altos niveles de humedad la hacen también el hábitat perfecto para la proliferación de mosquitos. 

Y aunque estos pueden ser controlados con humo, nebulizaciones, y hasta las no tan recomendadas fumigaciones con químicos, es importante saber que los mosquitos también son transmisores de enfermedades. Y que no todos son iguales.

Tal es el caso de una enfermedad, que se dice es ancestral pues ya en las culturas andinas y selváticas de Perú hay registros de casos de lo que ahora se conoce como Leishmaniasis, también comúnmente llamado enfermedad de la mosca chiclera o úlcera de los chicleros, la cual es endémica en la península de Yucatán. Esta enfermedad generalmente se presenta en áreas agrícolas donde se siembra y cosecha cacao, café o árboles chicleros (de ahí su denominación de “úlcera de los chicleros”).

Es también importante saber que es transmitida por un insecto del género Lutzomya, cuyas  características son: que miden menos de 5 mm de longitud y tienen patas largas, además de que sus alas no están pegadas a la espalda y parece que tuviera vellos en las alas, que son conocidos como setas. Aunque podría pensarse que la mosca chiclera es una mosca como las que comúnmente conocemos, más bien parece un mosquito güero.

Mosca Chiclera - Mayo 2022

Este insecto no pica, muerde y habita generalmente lugares selváticos o con mucha vegetación u hojarasca, pues son propicios para su reproducción. El insecto vector debe tomar la enfermedad de otro animal ya infectado, y al introducirnos en su hábitat es posible contraer esta enfermedad.

¿Cómo prevenirlo? Al realizar actividades al aire libre en la selva es recomendable usar ropa de manga larga y pantalón, repelente para insectos, calzado cerrado y cubrir orejas, cabeza y cuello. Las lesiones comúnmente aparecen en partes expuestas, creando úlceras.  En una evolución crónica o no tratada de la enfermedad, puede llegar a ser destructiva.

Todo inicia con un pequeño piquete, que clínicamente se llama mácula. Posteriormente se vuelve un granito denominado pápula; luego se convierte en un volcán que va creciendo y pasa a llamarse nódulo, hasta que se ulcera y adopta la forma característica de esta enfermedad, de fondo limpio y con bordes gruesos. Las tres evoluciones previas son difíciles de distinguir, pero en la fase final es inconfundible. Para confirmar los resultados o sospechas se debe tomar una muestra en una laminilla de vidrio del líquido que sale de la lesión; o una biopsia, para mandar a laboratorio y detectar la presencia de la Leishmania.

La buena noticia es que es curable con una sustancia llamada Glucantime, un medicamento inyectado con aplicaciones intralesionales o intramusculares. Su tratamiento y diagnóstico es completamente gratuito en cualquier centro de salud.

Es importante evitar los tratamientos alternativos -como calor, ácidos y remedios naturales- que podrían agravar la lesión y simular una mejoría que, de cualquier manera, llegará a necesitar el medicamento. Entre más pronto se detecte, la cura será más rápida y eficiente.

Si bien ya se creía que esta enfermedad estaba erradicada, o con muy pocas apariciones, en la actualidad vuelven a registrarse casos regularmente debido a los cambios ambientales, como la deforestación, la construcción de presas, los sistemas de riego y la urbanización.

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